«Si comienzas a instruir en la Palabra a tus hijos de los cero a los 6 ó 7 años, eso es formarlos. Si esperas para hacerlo de los 7 en adelante, necesitarás reformarlos. Pero si quieres iniciar hasta sus 11 ó 12 años, para entonces, el mundo se habrá encargado de deformarlos».
—David Franco, «Imperitia Parentem»
Comentarios