«Cuando los líderes de una iglesia asumen que todos los miembros y asistentes están bien, espiritualmente hablando, dejan de confrontar a la congregación con la Palabra predicada. Cuando los líderes de una iglesia dejan de confrontar con la Palabra y predican sólo de bendiciones y tranquilidad, la madurez espiritual y vida piadosa de la congregación entran en una espiral descendente pronunciada, y todo como resultado de haber olvidado que el evangelio sin enmiendas ni componendas, es siempre necesario».
—David Franco, «La Carrera No Ha Terminado»
—David Franco, «La Carrera No Ha Terminado»
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